Estaba tan tranquilamente en el patio de mi casa anotando la receta del Cous cous de ternera para el blog, y de pronto empezó a llover.
Parece una canción infantil, pero es cierto: ¡el mio también se moja como los demás! y yo incluida.
Me gusta que llueva, pero no este tipo de lluvia, que como digo yo: solo sirve para enguarrar.
Veis, esto ha hecho que piense en mi niño: mi coche (porque yo no tengo hijos, tengo gatos y coche) ahora mismo estará "to guarreao" por culpa de estas cuatro gotas.
Y es que de esta manera cualquiera lleva el coche a lavar, ¿para qué? ¿para que luego te llueva por la tarde y te lo deje hecho una piltrafilla? Por ese motivo confieso que llevo el coche que se pueden plantar flores.
El primer año de tenerlo cada dos semanas lo llevaba a lavar: póngame el más caro, que lo quiero reluciente. Hasta que un triste 24 de Noviembre del 2006 me encontré semejante rallajo de punta a punta y por los dos lados, atravesando las puertas... lloré, no se si de pena, de rabia o por ambas cosas.
¿Quien puede disfrutar destruyendo la propiedad de alguien que ni siquiera conoce? Por que, que yo sepa, no le he hecho mal a nadie.
Desde entonces lavo el coche un par de veces al año y por que no puedo ver por los cristales. Ya se que mi niño no tiene la culpa, pero limpito parece que es más goloso para los amigos de las rallas.
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Os agradezco sinceramente los comentarios y sugerencias que me haceis.
Tomo buena nota de ellos, no penseis que quedan en saco roto, porque los tomo todos MUY en cuenta.
Solo espero cumplir, en la medida de lo posible, vuestras espectativas. Gracias.